Mañana tendrá lugar la última sesión del ciclo de conferencias Los oficios del cine, que en esta ocasión se ocupa de la labor de montaje. Para ello se contará con la presencia de José Salcedo y Josetxo San Mateo.
José Salcedo es uno de los más prestigiosos montadores del cine español. Es un ejemplo de profesional hecho a sí mismo, que empezó de la mano de un histórico, Pedro del Rey, y se fue haciendo dejándose las pestañas en las moviolas. Cuando empezó vio montar a los directores consagrados durante los años sesenta, entre otros Buñuel; pero poco a poco Pepe Salcedo ha acumulado una experiencia impresionante al lado de algunos de los más destacados directores del cine español contemporáneo.
Empezó con el gran director de la Transicion, Manuel Gutiérrez Aragón, en esa joya del cine alegórico que es Sonámbulos (1978) y enseguida se apuntó a la posmodernidad aventurera que significaba entonces el joven Pedro Almodóvar en Laberinto de pasiones (1982), ideando un mundo sorprendente que se consagraría en la contundente crónica de Qué he hecho yo para merecer esto (1984). A partir de allí Salcedo se convertiría en el colaborador en la mesa de montaje del más importante director español de los últimos tiempos, firmando prácticamente todos sus largometrajes. Pero también sería requerido por otros directores de calidad con universos creativos de lo más dispar: José Luis Borau, Pedro Olea, Imanol Uribe, Juan Luis Iborra, etc.
Salcedo ha abordado todos los géneros y todos los tonos, siempre con una versatilidad asombrosa. Tiene una manera muy personal de entender el montaje que sabe defender ante sus interlocutores (los directores). Se amolda a ellos, pero defendiendo sus principios. Su artesanía ha devenido con el tiempo una poética que se aprecia en el tempo y ritmo de sus imágenes. Estamos sin duda ante uno de los maestros de la moviola, como así han reconocido creadores tan exigentes como Almodóvar o José Luis Borau. Josetxo San Miguel ha sido uno de sus últimos colaboradores y con él ha ensayado una tipo de montaje más actual, más pegado al terreno, basado en un nuevo entendimiento que encuentra también sus réditos en la pantalla.
Josetxo San Mateo es un director adaptado a las sensibilidades contemporáneas. Desde que se estrenara en el largometraje con Baílame el agua (2000), apostó por la crónica de lo que ocurre en la calle. Y le tomó el pulso con singular soltura a partir de la novela de Daniel Valdés. Supo captar la irrupción de una nueva generación de actores, como Alex Ugalde y Pilar López de Ayala (premiada con el Sant Jordi y en el Festival de Cine Iberoamericano de Toulouse). Difícil encontrar una inmersión tan fresca y creíble en los submundos del Madrid contemporáneo, del contraplano triunfalista de una época de expansión aznarista. Luego vino La semana que viene (sin falta) (2005), adaptación “loca” (en palabras del director) del film francés Mi pequeño negocio (1999), de Pierre Jolivet. De nuevo los barrios trabajadores y su estética kitsch eran glosados con singular soltura. El penúltimo trabajo, Atasco en la nacional (2007) habla también de gentes corrientes metidas en el jaleo de las vacaciones en Levante, de los atascos sin sentido y de los problemas cotidianos. Su conexión con la gente le propició el premio del público del Festival de cine Iberoamericano de Huelva. En todo este despliegue de frescura tiene mucho que ver la mano, aquí más “rapera” que clásica, del mago de la moviola, José Salcedo.
La sesión tendrá lugar en el Centro de Tecnologías Avanzadas (Avda. Alcalde Saénz de Varanda, 15), a partir de las 16:30 horas y con entrada libre.
José Salcedo es uno de los más prestigiosos montadores del cine español. Es un ejemplo de profesional hecho a sí mismo, que empezó de la mano de un histórico, Pedro del Rey, y se fue haciendo dejándose las pestañas en las moviolas. Cuando empezó vio montar a los directores consagrados durante los años sesenta, entre otros Buñuel; pero poco a poco Pepe Salcedo ha acumulado una experiencia impresionante al lado de algunos de los más destacados directores del cine español contemporáneo.
Empezó con el gran director de la Transicion, Manuel Gutiérrez Aragón, en esa joya del cine alegórico que es Sonámbulos (1978) y enseguida se apuntó a la posmodernidad aventurera que significaba entonces el joven Pedro Almodóvar en Laberinto de pasiones (1982), ideando un mundo sorprendente que se consagraría en la contundente crónica de Qué he hecho yo para merecer esto (1984). A partir de allí Salcedo se convertiría en el colaborador en la mesa de montaje del más importante director español de los últimos tiempos, firmando prácticamente todos sus largometrajes. Pero también sería requerido por otros directores de calidad con universos creativos de lo más dispar: José Luis Borau, Pedro Olea, Imanol Uribe, Juan Luis Iborra, etc.
Salcedo ha abordado todos los géneros y todos los tonos, siempre con una versatilidad asombrosa. Tiene una manera muy personal de entender el montaje que sabe defender ante sus interlocutores (los directores). Se amolda a ellos, pero defendiendo sus principios. Su artesanía ha devenido con el tiempo una poética que se aprecia en el tempo y ritmo de sus imágenes. Estamos sin duda ante uno de los maestros de la moviola, como así han reconocido creadores tan exigentes como Almodóvar o José Luis Borau. Josetxo San Miguel ha sido uno de sus últimos colaboradores y con él ha ensayado una tipo de montaje más actual, más pegado al terreno, basado en un nuevo entendimiento que encuentra también sus réditos en la pantalla.
Josetxo San Mateo es un director adaptado a las sensibilidades contemporáneas. Desde que se estrenara en el largometraje con Baílame el agua (2000), apostó por la crónica de lo que ocurre en la calle. Y le tomó el pulso con singular soltura a partir de la novela de Daniel Valdés. Supo captar la irrupción de una nueva generación de actores, como Alex Ugalde y Pilar López de Ayala (premiada con el Sant Jordi y en el Festival de Cine Iberoamericano de Toulouse). Difícil encontrar una inmersión tan fresca y creíble en los submundos del Madrid contemporáneo, del contraplano triunfalista de una época de expansión aznarista. Luego vino La semana que viene (sin falta) (2005), adaptación “loca” (en palabras del director) del film francés Mi pequeño negocio (1999), de Pierre Jolivet. De nuevo los barrios trabajadores y su estética kitsch eran glosados con singular soltura. El penúltimo trabajo, Atasco en la nacional (2007) habla también de gentes corrientes metidas en el jaleo de las vacaciones en Levante, de los atascos sin sentido y de los problemas cotidianos. Su conexión con la gente le propició el premio del público del Festival de cine Iberoamericano de Huelva. En todo este despliegue de frescura tiene mucho que ver la mano, aquí más “rapera” que clásica, del mago de la moviola, José Salcedo.
La sesión tendrá lugar en el Centro de Tecnologías Avanzadas (Avda. Alcalde Saénz de Varanda, 15), a partir de las 16:30 horas y con entrada libre.
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