Mañana tendrá lugar una nueva sesión del ciclo de Cine español y latinoamericano perteneciente a las actividades cinematográficas del Ateneo de Zaragoza. En esta ocasión se proyectará la película argentina La casa del ángel (1957), de Leopoldo Torre Nilsson. La sesión estará conducida por Luis Betrán, miembro de la Tertulia Perdiguer, quien me envía la siguiente presentación:
“Aunque bastante olvidado Leopoldo Torre Nilsson sigue siendo la referencia ineludible en la historia del cine argentino. Nacido en Buenos Aires en 1924 y fallecido en la misma ciudad en 1978, este gran director, hijo del menos relevante Leopoldo Torre Ríos, llevó a cabo una obra irregular que de algún modo recuerda a las oscilaciones de calidad de los españoles Bardem y Berlanga. Tras una época de esplendor que va de 1955 a 1962, vino un acusado declive en el que filmó el poema más famoso de su país -Martín Fierro, 1968- exaltaciones patrióticas -El santo de la espada, 1970; Güemes: la tierra en armas, 1971- adapataciones de novelas de escritores tan notables como Roberto Arlt, Bioy Casares, Manuel Puig -Los siete locos, 1973; Boquitas pintadas, 1974; La guerra del cerdo, 1975-. Ninguna de ellas superó la mera artesanía y, como mucho, resultaron simplemente aceptables.
Pero este hombre en la etapa en que estuvo casado con la gran cuentista Beatriz Guido, realizó una serie ininterrumpida de grandes películas apoyadas en los magníficos guiones de su esposa y en un estilo de acusado goticismo que heredaba las mejores esencias del cine mudo soviético y del expresionismo alemán. Fueron films barrocos, crueles, insólitos que no han sido superados todavía por ninguna otra película argentina. Sus títulos: La casa del ángel (1957), El secuestrador (1958), La caída (1959), Fin de fiesta y Un guapo del 900 (1960), La mano en la trampa (1961), Piel de verano (1961), Setenta veces siete y Homenaje a la hora de la siesta (1962), y La terraza (1963). Un ‘corpus’ prodigioso que convendría recuperar para hacer justicia a uno de los más importantes cineastas latinoamericanos de cualquier tiempo y país.
Entre ellas destacan -aunque podrían ser otras- La casa del ángel y La caída, esta última de una violencia en la infancia que evoca sin desdoro Los olvidados (Luis Buñuel, 1950). En el Ateneo se proyectará La casa del ángel, una probable obra maestra desasosegante, inquietante, perversa.”
La cita será en el Ateneo de Zaragoza (C/ San Voto, 9), a partir de las 18:30 horas y con entrada libre.
“Aunque bastante olvidado Leopoldo Torre Nilsson sigue siendo la referencia ineludible en la historia del cine argentino. Nacido en Buenos Aires en 1924 y fallecido en la misma ciudad en 1978, este gran director, hijo del menos relevante Leopoldo Torre Ríos, llevó a cabo una obra irregular que de algún modo recuerda a las oscilaciones de calidad de los españoles Bardem y Berlanga. Tras una época de esplendor que va de 1955 a 1962, vino un acusado declive en el que filmó el poema más famoso de su país -Martín Fierro, 1968- exaltaciones patrióticas -El santo de la espada, 1970; Güemes: la tierra en armas, 1971- adapataciones de novelas de escritores tan notables como Roberto Arlt, Bioy Casares, Manuel Puig -Los siete locos, 1973; Boquitas pintadas, 1974; La guerra del cerdo, 1975-. Ninguna de ellas superó la mera artesanía y, como mucho, resultaron simplemente aceptables.
Pero este hombre en la etapa en que estuvo casado con la gran cuentista Beatriz Guido, realizó una serie ininterrumpida de grandes películas apoyadas en los magníficos guiones de su esposa y en un estilo de acusado goticismo que heredaba las mejores esencias del cine mudo soviético y del expresionismo alemán. Fueron films barrocos, crueles, insólitos que no han sido superados todavía por ninguna otra película argentina. Sus títulos: La casa del ángel (1957), El secuestrador (1958), La caída (1959), Fin de fiesta y Un guapo del 900 (1960), La mano en la trampa (1961), Piel de verano (1961), Setenta veces siete y Homenaje a la hora de la siesta (1962), y La terraza (1963). Un ‘corpus’ prodigioso que convendría recuperar para hacer justicia a uno de los más importantes cineastas latinoamericanos de cualquier tiempo y país.
Entre ellas destacan -aunque podrían ser otras- La casa del ángel y La caída, esta última de una violencia en la infancia que evoca sin desdoro Los olvidados (Luis Buñuel, 1950). En el Ateneo se proyectará La casa del ángel, una probable obra maestra desasosegante, inquietante, perversa.”
La cita será en el Ateneo de Zaragoza (C/ San Voto, 9), a partir de las 18:30 horas y con entrada libre.
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