El pasado verano escribí mi opinión al respecto del destino que deberían haber tenido los cines Goya. Poco después nos enteramos de que se iban a convertir en oficinas. Apudepa se hizo eco de ello. Se intentó poner en marcha una iniciativa independiente en defensa de este espacio y de la cultura en Zaragoza. La falta de apoyo hizo que a fecha de hoy se encuentre un tanto parada, pero no muerta (si estáis de acuerdo con lo que se expresa todavía os podéis sumar). El pasado junio se dio la noticia del comienzo de las obras en los cines. El definitivo adiós a este importante lugar. Mientras, la DGA incluía el cine Palafox y el cine Elíseos en su iniciativa para declararlos como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés. Una vez más, Apudepa ha intentado poner las cosas en su sitio sobre esta catalogación y ha presentado una interesante propuesta, a la que se hará caso omiso, para la protección de los cines históricos de Zaragoza. Pero aquí sólo se sabe destruir. Da igual lo que sea, patrimonio, actividades o personas. Es la única acción que en cuanto al cine se refiere parece que se les da bien. Optar por el camino fácil que es el de no involucrarse o eliminar lo que les molesta. ¿A dónde vamos a llegar? Parafraseando a Groucho Marx, me temo que a “las más altas cimas de la miseria”.
A nuestros políticos se les suele llenar la boca cuando hablan de la vinculación de Zaragoza al cine y de lo importante que es. Sin embargo ni la DGA ni el Ayuntamiento cuentan con espacios propios para desarrollar una actividad cinematográfica en condiciones, ni existe una política audiovisual que organice y saque partido a todo el potencial que hay en la Comunidad. La cruda realidad es que no les interesa en absoluto, no nos engañemos. Cuando les viene en gana hablan de “Zaragoza, ciudad de cine” pero sin convicción alguna; una especie de grabación automática que se activa en determinados momentos. Toda su palabrería está vacía y mientras no haya hechos positivos no hay motivo para pensar que cambiarán.
Por cierto, si alguien no lo ha pillado, el título de este post hace referencia a la traducción que se dio en nuestro país a la película del recientemente fallecido Sydney Pollack They Shoot Horses, Don’t They? (1969), es decir, Danzad, danzad, malditos.
A nuestros políticos se les suele llenar la boca cuando hablan de la vinculación de Zaragoza al cine y de lo importante que es. Sin embargo ni la DGA ni el Ayuntamiento cuentan con espacios propios para desarrollar una actividad cinematográfica en condiciones, ni existe una política audiovisual que organice y saque partido a todo el potencial que hay en la Comunidad. La cruda realidad es que no les interesa en absoluto, no nos engañemos. Cuando les viene en gana hablan de “Zaragoza, ciudad de cine” pero sin convicción alguna; una especie de grabación automática que se activa en determinados momentos. Toda su palabrería está vacía y mientras no haya hechos positivos no hay motivo para pensar que cambiarán.
Por cierto, si alguien no lo ha pillado, el título de este post hace referencia a la traducción que se dio en nuestro país a la película del recientemente fallecido Sydney Pollack They Shoot Horses, Don’t They? (1969), es decir, Danzad, danzad, malditos.
2 comentarios:
Hola Toni.
Llevo días pensando en escribir algún comentario al hilo de este post, y lo cierto es que lo único que me sale es tristeza.
La misma tristeza de otras veces al pensar en lo abandonado que está el cine en la mano de las instituciones de esta ciudad; pero también por el sabor a resignación que se me queda en la boca, ese sabor a conformismo y a costumbre a que se ignore lo que tanta gente pedimos, deseamos, o simplemente soñamos, y que tan poco podría costar con un mínimo de ganas.
Y tristeza por el recuerdo de las acallabocas manifestaciones de los políticos, cuando nos intoxican a nosotros y a la imagen de su propia clase al pensar que si hace falta prometer un festival de cine para salir en la foto, se promete y ya está.
Tristeza, porque al fin y al cabo soy parte de esto, aunque sea pasiva, y por ahora todo lo que puedo hacer es decirlo desde la barandilla de mi balcón.
O desde el tuyo.
Un abrazo.
Así es, amigo. El mayor sentimiento de entre todos los que me genera esto es el de la tristeza. Se supone que la fuerza para cambiar la situación la tenemos nosotros, pero tengo la sensación de que o no nos los creemos o nos da pereza. Se vive muy bien sin hacer nada, sin complicarse. A las pruebas me remito. Y los pocos que intentamos hacer algo nos cansamos. Supongo que ahí reside la fuerza de los inmovilistas, por llamarlos de alguna manera. En fin, seguiremos reflexionando y quizá algún día demos con la solución.
Gracias por estar ahí y comentar.
Un abrazo
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