Uno de los aspectos más interesantes de los festivales de cine es la presencia de diversos profesionales de la industria. Bien porque presentan una película o bien porque reciben un premio por su trayectoria. Este último aspecto es el que trajo al director francés Bertrand Tavernier a Huesca el fin de semana pasado. No es la primera vez que el cineasta viene a Aragón. No hace mucho, el tristemente desaparecido Cinefrancia también le rindió homenaje y estuvo en Zaragoza. Huesca lleva años otorgando un galardón con el nombre de Luis Buñuel que este año ha recaído en Tavernier. En la pasada edición fue a manos de los hermanos Taviani. Gracias a estas iniciativas pasan por nuestra Comunidad hombres de cine a los que difícilmente podríamos ver de otro modo. Y así, la posibilidad de hacerles preguntas en las ruedas de prensa y/o encuentros abiertos al público se convierte en un elemento fundamental de los festivales que redondea su sentido, aunque a veces el público no aproveche completamente la oportunidad que se le brinda.
Tavernier habló de muchas cosas en Huesca. De su preocupación por la verosimilitud en sus películas, de su interés por la historia y de adaptar la mirada de su cámara a la época en que se ambiente la historia que esté contando o de la importancia que da al trabajo de los actores, a los que suele buscar personalmente estando atento a los estrenos teatrales entre otros aspectos. Indudablemente, viendo trabajos como La vida y nada más (La vie et rien d'autre,1989), Capitán Conan (Capitaine Conan, 1996) u Hoy empieza todo (Ça commence aujourd'hui, 1999), estas dos últimas protagonizadas por un inmenso Philippe Torreton, dan buena cuenta de sus comentarios y del cuidado que pone en sus películas. También quedó patente que le gusta hablar. La media de tiempo en cada respuesta superó los veinte minutos. Tan sólo fue breve cuando, acabando el tiempo del coloquio, un asistente le preguntó su opinión de la película Le chagrin et la pitié (Marcel Ophüls, 1969). “Chef-d'oeuvre” fue su corta pero contundente respuesta. Todo un placer disfrutar de la presencia de Bertrand Tavernier en Huesca.
La foto, cortesía de Perro Feroz Amarillo, pertenece a la rueda de prensa del pasado sábado por la mañana.
Tavernier habló de muchas cosas en Huesca. De su preocupación por la verosimilitud en sus películas, de su interés por la historia y de adaptar la mirada de su cámara a la época en que se ambiente la historia que esté contando o de la importancia que da al trabajo de los actores, a los que suele buscar personalmente estando atento a los estrenos teatrales entre otros aspectos. Indudablemente, viendo trabajos como La vida y nada más (La vie et rien d'autre,1989), Capitán Conan (Capitaine Conan, 1996) u Hoy empieza todo (Ça commence aujourd'hui, 1999), estas dos últimas protagonizadas por un inmenso Philippe Torreton, dan buena cuenta de sus comentarios y del cuidado que pone en sus películas. También quedó patente que le gusta hablar. La media de tiempo en cada respuesta superó los veinte minutos. Tan sólo fue breve cuando, acabando el tiempo del coloquio, un asistente le preguntó su opinión de la película Le chagrin et la pitié (Marcel Ophüls, 1969). “Chef-d'oeuvre” fue su corta pero contundente respuesta. Todo un placer disfrutar de la presencia de Bertrand Tavernier en Huesca.
La foto, cortesía de Perro Feroz Amarillo, pertenece a la rueda de prensa del pasado sábado por la mañana.
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