Preámbulo: El siguiente artículo es un encargo para el catálogo del último Festival de Cine de Zaragoza, celebrado los pasados 4 a 12 de diciembre. Ya que lo tengo escrito y como me imagino que no lo habrá leído mucha gente (aparte de Ignacio Lasierra, quien se hace eco en su blog), lo cuelgo aquí por si a alguien le interesa.
Desde que en 1996 nacieran las Jornadas de Cine Villa de La Almunia, la Semana del Cine y de la Imagen de Fuentes de Ebro y el Festival de Cine de Zaragoza, ha llovido mucho. En aquel momento comenzaba una nueva etapa para el audiovisual aragonés tras un nefasto 1995, en el que desaparecían Anima Teruel y la Muestra Aragonesa de Cine y Vídeo Independiente. Una época para recuperar la ilusión y la lucha frente a la desidia institucional anterior. En 1999 se formaba la Asamblea de Cineastas Aragoneses (ACA). Hoy un tanto dormida, consiguió que el Gobierno de Aragón estableciera las Ayudas a la Producción Audiovisual. Por otro lado, Miguel Ángel Lamata, que había debutado en 1994 con el cortometraje Rencor visceral, lograba establecerse profesionalmente y en el 2003 estrenaba su primer largo, Una de zombis. Ese mismo año, Vicky Calavia sacaba adelante la exposición Travesía. El audiovisual aragonés, en la que hacía un repaso a los últimos cuarenta años del cine en Aragón. Nacho Rubio se encuentra afianzando su trayectoria como actor y podemos verlo con asiduidad en Camera café. Jorge Blas es el realizador responsable de los Diarios del miedo, un espacio propio del programa Cuarto Milenio que emite el canal Cuatro y que, en otro contexto, ha recuperado el concepto de las Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador. En abril de 2006 iniciaba su andadura el canal autonómico de nuestra tierra, Aragón Televisión, que servía para que algunos profesionales no tuvieran que marcharse. Poco después, en el mes de mayo, surgía un programa dedicado al mundo audiovisual, sobre todo aragonés, llamado Bobinas y producido por Sintregua Comunicación, una empresa zaragozana. Hace muy poco, Nacho García Velilla dirigía y coescribía Fuera de carta, su debut en el largo, con el que obtuvo las Biznagas de Oro a la Mejor Película y al Mejor Actor (Javier Cámara), y el Premio del Público en el Festival de Cine Español de Málaga. Javier Espada y Gaizka Urresti han realizado el documental El último guión. Buñuel en la memoria. Y recientemente, Paula Ortiz, ahora mismo trabajando para una productora de Los Ángeles junto a Kike Mora, ha conseguido una ayuda del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) para el desarrollo de un guión que supondría su primera película de larga duración. Con todos estos acontecimientos, y otros no mencionados, pudiera parecer que estamos viviendo un buen momento.
Volvamos atrás. En 1995, en el Editorial del último número de la revista Secuencias de los realizadores cinematográficos independientes de Aragón, se respiraba el malestar del momento: “Si hay algo que caracterice en estos momentos al cine independiente aragonés es su anonimato. Un anonimato debido a su dispersión y descoordinación. (...). En Aragón, el desarrollo cultural promovido desde las instituciones ha sido siempre un juego político, lo cual ha creado grandes lagunas culturales en las que la desidia ha provocado un desarme cultural enorme. No existe un deseo real de fomentar la cultura de verdad. Las cosas no parecen que vayan a cambiar, al menos en un futuro inmediato. Mientras tanto el cineasta aragonés tendrá que valerse como pueda. Es decir, como siempre lo ha hecho, por sus propios medios. Ya vendrán tiempos mejores, o a lo mejor no”*.
Estamos convencidos de que son mejores. Sin embargo hay algo que falta todavía: que las instituciones, especialmente, y el sector privado se atrevan a ir un paso más allá. La gente del cine, por usar la terminología clásica, lleva años demostrando su valía o, por lo menos, realizando grandes esfuerzos por sacar adelante diversos proyectos (tanto amateur como profesionalmente) y actividades de difusión, promoción y educación. Ya va siendo hora de que, entre otras cosas, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza definan de forma clara su proyecto (política) para el mundo audiovisual; de crear las infraestructuras adecuadas, si es que realmente les importa, para acoger los eventos cinematográficos de la ciudad; de difundir en condiciones los trabajos que se producen y las actividades que se llevan a cabo; de que se empiece a trabajar en ficción de producción propia para la televisión autonómica; o también de que la empresa privada se implique más en el tejido audiovisual. Se trata, en definitiva, de un buen momento para dar el gran salto. De ellos depende que, todos juntos, sigamos un camino en el que construyamos para mejorar un panorama que corre el peligro de seguir estancado.
* “Editorial. Cine independiente aragonés. Reflexiones para una toma de conciencia”, en Secuencias de los realizadores cinematográficos independientes de Aragón número 19, mayo de 1995, p. 3.
Desde que en 1996 nacieran las Jornadas de Cine Villa de La Almunia, la Semana del Cine y de la Imagen de Fuentes de Ebro y el Festival de Cine de Zaragoza, ha llovido mucho. En aquel momento comenzaba una nueva etapa para el audiovisual aragonés tras un nefasto 1995, en el que desaparecían Anima Teruel y la Muestra Aragonesa de Cine y Vídeo Independiente. Una época para recuperar la ilusión y la lucha frente a la desidia institucional anterior. En 1999 se formaba la Asamblea de Cineastas Aragoneses (ACA). Hoy un tanto dormida, consiguió que el Gobierno de Aragón estableciera las Ayudas a la Producción Audiovisual. Por otro lado, Miguel Ángel Lamata, que había debutado en 1994 con el cortometraje Rencor visceral, lograba establecerse profesionalmente y en el 2003 estrenaba su primer largo, Una de zombis. Ese mismo año, Vicky Calavia sacaba adelante la exposición Travesía. El audiovisual aragonés, en la que hacía un repaso a los últimos cuarenta años del cine en Aragón. Nacho Rubio se encuentra afianzando su trayectoria como actor y podemos verlo con asiduidad en Camera café. Jorge Blas es el realizador responsable de los Diarios del miedo, un espacio propio del programa Cuarto Milenio que emite el canal Cuatro y que, en otro contexto, ha recuperado el concepto de las Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador. En abril de 2006 iniciaba su andadura el canal autonómico de nuestra tierra, Aragón Televisión, que servía para que algunos profesionales no tuvieran que marcharse. Poco después, en el mes de mayo, surgía un programa dedicado al mundo audiovisual, sobre todo aragonés, llamado Bobinas y producido por Sintregua Comunicación, una empresa zaragozana. Hace muy poco, Nacho García Velilla dirigía y coescribía Fuera de carta, su debut en el largo, con el que obtuvo las Biznagas de Oro a la Mejor Película y al Mejor Actor (Javier Cámara), y el Premio del Público en el Festival de Cine Español de Málaga. Javier Espada y Gaizka Urresti han realizado el documental El último guión. Buñuel en la memoria. Y recientemente, Paula Ortiz, ahora mismo trabajando para una productora de Los Ángeles junto a Kike Mora, ha conseguido una ayuda del Instituto de Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) para el desarrollo de un guión que supondría su primera película de larga duración. Con todos estos acontecimientos, y otros no mencionados, pudiera parecer que estamos viviendo un buen momento.
Volvamos atrás. En 1995, en el Editorial del último número de la revista Secuencias de los realizadores cinematográficos independientes de Aragón, se respiraba el malestar del momento: “Si hay algo que caracterice en estos momentos al cine independiente aragonés es su anonimato. Un anonimato debido a su dispersión y descoordinación. (...). En Aragón, el desarrollo cultural promovido desde las instituciones ha sido siempre un juego político, lo cual ha creado grandes lagunas culturales en las que la desidia ha provocado un desarme cultural enorme. No existe un deseo real de fomentar la cultura de verdad. Las cosas no parecen que vayan a cambiar, al menos en un futuro inmediato. Mientras tanto el cineasta aragonés tendrá que valerse como pueda. Es decir, como siempre lo ha hecho, por sus propios medios. Ya vendrán tiempos mejores, o a lo mejor no”*.
Estamos convencidos de que son mejores. Sin embargo hay algo que falta todavía: que las instituciones, especialmente, y el sector privado se atrevan a ir un paso más allá. La gente del cine, por usar la terminología clásica, lleva años demostrando su valía o, por lo menos, realizando grandes esfuerzos por sacar adelante diversos proyectos (tanto amateur como profesionalmente) y actividades de difusión, promoción y educación. Ya va siendo hora de que, entre otras cosas, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza definan de forma clara su proyecto (política) para el mundo audiovisual; de crear las infraestructuras adecuadas, si es que realmente les importa, para acoger los eventos cinematográficos de la ciudad; de difundir en condiciones los trabajos que se producen y las actividades que se llevan a cabo; de que se empiece a trabajar en ficción de producción propia para la televisión autonómica; o también de que la empresa privada se implique más en el tejido audiovisual. Se trata, en definitiva, de un buen momento para dar el gran salto. De ellos depende que, todos juntos, sigamos un camino en el que construyamos para mejorar un panorama que corre el peligro de seguir estancado.
* “Editorial. Cine independiente aragonés. Reflexiones para una toma de conciencia”, en Secuencias de los realizadores cinematográficos independientes de Aragón número 19, mayo de 1995, p. 3.
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