Aunque las intenciones de este blog son únicamente locales, hay momentos en que hay que trascender el planteamiento general. El fallecimiento ayer de Fernando Fernán Gómez es, indudablemente, uno de esos momentos. También lo fueron la desaparición de Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni. Entonces no dije nada, así que estas breves líneas pueden servir de homenaje a todos. Personas que han amado la cultura, aquello que nos aleja de la barbarie, por encima de todo. Creadores independientes, fieles a sí mismos y que se han encontrado con muchas adversidades por el camino. Únicos. Cuando ellos se van todos perdemos. Afortunadamente quedan sus obras, aunque muchas de las más interesantes no se pueden encontrar fácilmente, especialmente si hablamos de películas. ¿Se dignarán a editarlas ahora? Estos días se hablará mucho de su filmografía. Desconozco si las habrán nombrado o las citarán pero yo me quedo con algunas de esas rarezas que el cine español nos ha regalado a lo largo de su historia: Vida en sombras (Enrique Llobet Gracia, 1948), El mundo sigue (1963) y El extraño viaje (1966). Las últimas dirigidas por el propio Fernando Fernán Gómez y causantes de enfrentamientos con la censura que le llevaron a alejarse de ese camino. Y, por supuesto, El viaje a ninguna parte (1986), dirigida e interpretada por Fernán Gómez, título fundamental al que seguro van a aludir continuamente con absoluto merecimiento.
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